Memorias andinas 2

Urubamba, marzo del 2001

Al poco de habituarme a la altitud del Cusco, me llegó otra realidad de Cusco, considerado el ombligo del mundo por la cultura incaica, a la que adaptarme: el bricherismo. Esta palabra que me acabo de inventar se refiere a la presencia de bricheros y bricheras en las calles del centro histórico debido a que la ciudad era el mayor centro turístico del país, y uno de los principales del continente (¿quién no piensa en visitar el Machu Picchu cuando piensa en ir a América Latina? pues para eso, Cusco era y es parada obligada).

Bricher@ viene de bridge, puente en inglés, y se refiere a jóvenes locales (no siempre jóvenes, no siempre locales) que buscan acercarse a extranjeros y extranjeras con la esperanza de crear relaciones que les permitan a ell@s ir a sus países de origen. En realidad me encanta el bricherismo que nace de la curiosidad compasiva por lo diferente y de las ganas de crear puentes culturales y emocionales amorosos. Yo misma, y algunas otras de las personas que participan en este encuentro virtual, me considero brichera en este sentido: durante años trabajé organizando fiestas, viajes e intercambios para extranjeros en Madrid, y cree puentes con algun@s de ell@s que me permitieron entonces viajar por Europa y que se mantienen hasta hoy en día. Lo que no era lo mismo que ser objeto de interés de bricher@s.

Ser vista como turista en Cusco podía ser agotador, por la gran cantidad de jóvenes que se acercaban a hablar conmigo. Además, la oficina estaba en el centro histórico, así que con relativa rapidez comencé a evitar moverme sola por la ciudad. Lo que trajo un beneficio inesperado: lo rápido que me lancé a explorar las afueras de la ciudad. Así que, solo un par de semanas después de mi llegada, comencé a ejercer de turista: curioso efecto de evitar ser mirada como turista. Además que tenía curiosidad por conocer las bellezas naturales y culturales de la región del Cusco, que nunca dejó de sorprenderme por su belleza y por su patrimonio cultural y natural. 

Uno de mis primeros destinos, por proximidad, fue le Valle Sagrado. Nuevamente, en un intento de evitar los circuitos más bricheros (que coinciden, también en el Valle, con los turísticos) evite la ruta de Pisaq y me decanté por la de Urubamba, con un camino serpenteante de poco más de una hora en el que me mareé, tanto a la ida como al regreso. Yo ya sabía que me mareaba facilísimo en carreteras de montaña. Como mis hijos: recuerdo, años después del 2001, la mirada de los pasajeros de la combi ante nuestras tres caras verdes, ambos sentados sobre mis rodillas e incapaces ya de enfocar bolsa alguna. Guaguachas, dijo una señora compasivamente. Sufríamos, sí… ¡pero qué bien lo habíamos pasado en las aguas termales! Lo malo de las abras es que son puertos de montaña, que por lo demás son bellísimas y conducen a lugares llenos de magia.

Al llegar por primera vez en mi vida a la estación de autobuses de Urubamba sentí que volví a casa. Lo atribuí a eso de que, por primera vez en más de 15 días, podía estar sola en la calle sin que alguien se acercara a hablar conmigo.

Podía respirar, sonreír, caminar, pararme, continuar. La curiosidad que pudieran sentir quienes me rodeaban hacia mi presencia era vencida por la timidez innata de la gente del Valle.

Me moría de ganas de tomar un mototaxi y, sin tener claro adónde ir, se me ocurrió pedirle al chofer que me llevara al cementerio. Resultó ser una idea de andar por casa que, sin duda, me llegó por algún motivo. 

Gracias a esta petición inusual e intuitiva tuve ocasión de ver el hermoso cementerio local y el palacio de Huayna Capaq.

Y también descubrí el que sería uno de mis paseos favoritos cuando, 12 años más tarde, me instalase a vivir allí con mis hijos: la subida al Chicón, uno de los apus locales.  

En aquel espacio tiempo aprendí que yo contenía toda la información que requería y la vida me dio más oportunidades de sentirlo así. .

(continuará…)

TE ACABO DE COMPARTIR RECUERDOS DE MI PRIMERA VISITA AL VALLE SAGRADO DE LOS INCAS.

TE DEJO A CONTINUACIÓN INFORMACIÓN DEL ENCUENTRO QUE HE CREADO PARA HOMENAJEAR A LA COSMOVIVENCIA ANDINA

«Nuev@s guardian@s de la tierra vendrán de occidente y aquell@s que han causado un impacto mayor en la Madre Tierra ahora tienen la responsabilidad de rehacer la relación con Ella, después de rehacerse a sí mism@s» 

Mensaje de la nación Q’eros

Patio de El Arte Sano, Urubamba

ENCUENTRO DE LA PACHAMAMA

una ofrenda de agradecimiento a la Madre Tierra

irradiando desde el Valle Sagrado de los Incas (Perú) hacia todas las direcciones del planeta

En la cordillera de los Andes y otras regiones próximas de Latinoamérica, el día 1 de agosto se celebra el Día de la Pachamama (en quechua, una lengua andina, pacha es espacio tiempo y mama es madre). Durante todo el mes de agosto, los runas (en quechua, seres humanos) rinden homenaje y agradecen esta deidad andina, equivalente en español a la Madre Tierra Cósmica.

En el encuentro de la Pachamama nos hemos reunido 15 runas a rendirle homenaje. Somos terapeutas holísticos y artistas plásticos, emprendedor@s y profesionales de la educación y de la salud, madres y padres, hijos e hijas que te compartimos cómo la cosmovivencia andina atraviesa nuestros pensamientos, palabras y acciones para promover sostenibilidad planetaria, social y personal, y cómo tu vida puede mejorar también con esta concepción del mundo. 

Regístrate ahora para acceder a todo el material que he preparado para ti en esta ofrenda de agradecimiento a la Pachamama

Descubre qué implica ser tierra y ser de la tierra desde el Valle

¿Buscas otras maneras de relacionarte con la tierra y su protección?

¿Te sientes en desconexión y necesitas inspiración para regresar al presente?

¿Te gustaría tener otra vinculación con el lugar y el tiempo que habitas? 

¿Quieres descubrirte y sostenerte como realmente eres?

Si te respondes  a alguna de estas preguntas, este encuentro virtual es para ti

¿QUÉ PUEDE HACER POR TI EL ENCUENTRO DE LA PACHAMAMA?

En esta ofrenda de agradecimiento se te va a desvelar cómo: